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Casa Romántica: gastronomía con sabor a cultura a los pies de las Montañas Sagradas de Gran Canaria

Casa Romántica: gastronomía con sabor a cultura a los pies de las Montañas Sagradas de Gran Canaria

La familia Lugo apuesta de forma decidida por dar un paso adelante en una vivienda que ya forma parte de la historia de Agaete a la que ahora se le dota de un sabor especial.

Si en este artículo buscan una crítica gastronómica al uso, ya pueden dejar de leer. No les voy a hacer perder el tiempo si lo que buscan es una descripción de platos, técnicas, servicio o lo que siempre valoramos en un trabajo de estas características. Pero a la vez, también les hablaré de algunos platos y elaboraciones que, partiendo del producto local más cercano, se preparan en estos fogones. En definitiva, les contaré cómo es Casa Romántica, ese lugar a los pies de las Montañas Sagradas de Gran Canaria que ya forman parte del Patrimonio de la Humanidad y que desde el Valle de Agaete emergen en todo su esplendor.

Pronunciar el nombre de Victor Lugo en la isla de Gran Canaria es sinónimo de bondad, generosidad, trabajo, esfuerzo, dedicación, pasión y no sé cuantos adjetivos más, todos ellos dedicados al cuidado y promoción del producto local de la isla. Especialmente del que brota de su finca La Laja y la Bodega de Los Berrazales que, en lo más profundo del Valle de Agaete, forman parte de una de las rutas más visitadas por los turistas en su periplo por Gran Canaria. 

Pero hoy no toca hablar de la finca, hoy toca dedicarle espacio, tiempo y paciencia a su nueva creación, esa apuesta que ha ido forjando con el paso de los meses, en medio de una pandemia que aún nos tiene a todos hablando solos. Aún recuerdo la primera vez -hace ya más de un año- que me dijo: “Javier, voy a abrir un restaurante diferente y especial en Agaete. No aspiro a que sea el que mejor cocina dé de toda la isla, pero sí me gustaría que formara parte del corazón de los isleños y también de la gente que nos visita. Creo que hay un espacio para esta propuesta que nace de una casa con magia y que ahora, a pesar de estos duros momentos, voy a reformar y levantar, haciendo algo que al menos yo no he visto nunca en la isla”. Y si bien estas palabras pueden parecer pretenciosas, en boca de Víctor suenan a leyenda, sueño e ilusión, esa que transmite a todo el que lo conoce.

El coche enfila a la villa de Agaete, que cruzas deleitándote con su belleza a un lado y otro para poner rumbo a la zona de los cafetales. Pero antes de llegar a los de la familia Lugo, a mano izquierda emerge con la misma belleza que humildad el inmueble que acoge Casa Romántica. Hablamos de una casa construida en el año 1976, justo en el Barracón de la Culatila. Como reza en la descripción del propio lugar y que Victor Lugo se encarga de recordar al comensal a su llegada, “en esta casa se respira historia por todos sus muros. Dentro de sus dominios, que abarcan una amplia extensión de terrenos, podemos encontrar otra pequeña construcción que fue propiedad del afamado escritor modernista de principios del siglo XX Tomás Morales. Y si a eso le sumamos que en dicha casa también vivió durante un tiempo otro de los poetas modernistas de la misma época, Alonso Quesada, pues toda la cultura e historia de estas paredes deben ser respetadas y cuidadas con todo el respeto del mundo”. No voy a negarles que a un alumno de la escuela pública de Las Palmas de Gran Canaria, escuchar los nombres de Tomás Morales y Alonso Quesada le lleva sin dudarlo a su época estudiantil, legado que a día de hoy aún perdura entre los jóvenes de la ciudad.

Visitar este enclave tendría que tener dos normas de obligado cumplimiento como son el acudir sin prisas para disfrutar de mucho más que una comida y tener ganas de aprender, enamorarse de Gran Canaria y hasta de emocionarse. Este es ese difícil momento donde por un lado me encantaría contarles cada una de las cosas que van a descubrir visitando este enclave y por el otro mi corazón me pide guardar el secreto en la mayor parte posible para que usted, querido lector o lectora, se sorprenda y se deje llevar por las sensaciones de ese día, que estoy seguro no olvidará durante mucho tiempo. Y creo que me voy a quedar con esta segunda parte, pero sí les adelantaré algo: aparte del restaurante y su oferta culinaria, en la que ahora me detendré con más detalle, me encantaría que cada rincón de esta casa fuese visitado por la mayor cantidad de habitantes posibles de la isla para que reconocieran entre su interiores esos pequeños secretos que a través de sus productos o la cultura, conforman la grandeza de los 21 municipios de la isla de Gran Canaria. Y tal y como diría la extrañada Mayra Gómez Kemp en el que para muchos ha sido el concurso con más alma de la televisión de nuestro país, 1,2,3, “hasta aquí puedo leer”.

Con el brillo en los ojos del que está ilusionado con lo que está comenzando me dice al saludarme: “Amigo, hoy no quiero que vengas con el chip de Javier Suárez, hoy quiero que vengas a disfrutar y conocer lo que son los primeros pasos de un proyecto que no sé adónde nos llevará, pero que sí tengo claro que al menos me hace feliz tanto a mí como a mi equipo de cocina. Y, siendo felices nosotros, el comensal ya tiene un largo trecho ganado”. 

En cocina tengo la suerte de encontrarme por casualidad en el día de mi visita al maestro quesero Isidoro Jiménez, quizás la persona que más sabe de queso de toda Canarias. En estos momentos está dando forma a la quesería que se está creando aquí, a la vez que formación a los jóvenes que se encargarán de dar el toque especial a una de las señas de identidad de la casa como será el hacer y madurar sus propios quesos, sin que eso sirva de desprestigio al resto de queserías de la isla porque, como bien recalca Isidoro, “Victor lo ha tenido claro desde un principio y voy a muerte con él en la idea, haremos los quesos más apropiados a las instalaciones que disponemos y la leche que nos dan los animales del entorno, pero eso no se acercaría ni de lejos a la grandiosidad que conforman el mundo quesero, ya no solo de la isla de Gran Canaria, sino del Archipiélago entero. Aquí no se trata de restar, se trata de sumar”. 

A la hora de mirar la carta reconozco sin duda la cocina de Davidoff Lugo sorprendiéndome la coherencia de su propuesta en cuanto al entorno donde se encuentra sin dejar de ser él mismo. Es por eso por lo que uno puede encontrar en la carta algunos platos que forman parte de nuestras raíces con otros de una inequívoca ascendencia de las más variadas ofertas que han desembarcado en nuestra tierra. 

Un buen pan artesanal acompañado por aceite de Agüimes y sal de Bocacangrejo abren el fuego de la propuesta encaramada al picoteo y compartir. Sobresaliente el gazpacho de mango con hebras del fruto en verde, clásica y con recuerdo a las madres la sopa de cebolla cocinada en cazuela de barro con vino de Los Berrazales y ravioli de queso, golosas las croquetas crujientes de lubina Aquanaria, por supuesto.

La secuencia de huevos rotos de la propia finca sorprende por su originalidad a la hora de cocinar los ingredientes de la misma, bien sabrosa la ensaladilla de batata yema huevo con bonito en conserva elaborado en casa y un plato que bien merece el viaje hasta aquí: las papas bravas a lo canario de Davidoff, hedonismo puro jugando con una versión del mojo canario en forma cremosa con lactonesa de piñones, adaptándola al estilo de las salsas bravas madrileñas y sobre todo con una ejecución absolutamente impecable usando la baja temperatura previamente y el toque de fritura al final. Me atrevería a decir que estas papas se pueden convertir en un icono del restaurante. 

Para los principales en esta primera visita me decanté por el mar a pesar de que en carta también hay una interesante oferta cárnica. La lubina Aquanaria, excelsa en su producto pero correcta en su ejecución ya que carecía de ese toque asiático que adelantaba en la carta con un curry, coco y especias que no lucían en el mismo. Sin embargo, acierto total en el pulpo a la parrilla con su crujiente de chicharrones y cremoso de batata con anís estrellado. 

Pero por si todo esto fuera poco, aún quedaba el fin de fiesta a cargo de Kibi Lugo, hermano de Davidoff y uno de los reposteros con más confianza y atrevimiento de los que actualmente tenemos en la isla de Gran Canaria. Su postre otorgando homenaje al café de Agaete en diversas texturas y recuperando la receta de unas galletas antiguas que antes se hacían en el norte de la isla, ya lo dice todo en su descripción. 

Pero el “maldito” arroz con leche que se marca con un grano bomba, leche de cabra ordeñada por la mañana, cítricos y canela, todo ello a fuego lento como mandan los cánones, dan pie al que sin duda alguna está en el podium de este plato en toda Canarias. Y sí, aquí también existe la ya aburrida tarta de queso que dejé para otra ocasión pero sí llegó a la mesa como bonus track o Pettit one, un semifrío de manga de la finca de Kevin en Mogán sobre base de tierra de café de Agaete, que otorgó el broche de oro a una comida que me sorprendió en su redondez, teniendo en cuenta que el día que acudí no llevaban ni una semana abiertos. 

La sala está liderada por la joven Beatriz Vega, que con una sonrisa que traspasa la mascarilla y una actitud de matrícula de honor, va a dar largas alegrías no solo a sus comensales sino al servicio de sala en general de la isla. A su cargo, un joven equipo que aún necesita acomodarse al espacio que maneja, no tanto por el número de comensales que por el tamaño del establecimiento, grande y con muchas divisiones. La presencia como apoyo y anfitrión de Victor Lugo siempre aporta serenidad y paz al comensal, además de sacarle más de una sonrisa y alguna carcajada.

La propuesta en vinos tiene un denominador común, Islas Canarias, con especial protagonismo a la isla redonda y las diversas D.O. que aquí se elaboran, como a otras curiosidades procedentes de las demás islas. “Nuestra intención es que el comensal salga de Casa Romántica habiendo bebido una parte del suelo canario” confiesa orgulloso Victor Lugo. Yo, por cierto, disfruté de un rosado de los Berrazales, una joya de El Hierro que desconocía como es el Rajadero, para terminar con una bodega que siendo una recién nacida ya forma parte legendaria de la DO Gran Canaria, Tamarán, en esta ocasión con el Baboso Blanco. Me gustaron tanto todos los vinos catados que, aprovechando que en Casa Romántica también hay una tienda en ciernes, me vine a la capital con una botella entera no solo de estos tres, sino de algunos más.

Al terminar la comida pude intercambiar opiniones con Davidoff y Victor acerca de lo humano y lo divino, pero quiero destacar algunas cosas en concreto. Por el lado del chef, su total vinculación al proyecto: “Para mí es un sueño; he vuelto a ser lo que más me gusta, cocinero. Aquí tengo la suerte y el privilegio de tener mi propia finca y huerto donde estamos cultivando, pero aparte de eso, junto a Victor tenemos claro que buscamos dar protagonismo y cabida a los mejores productos y productores de nuestra isla, en particular, y de Canarias entera en general. Esta carta que has probado hoy es una manera de encender los fogones nada más, aún nos queda todo el camino del mundo por recorrer pero en unos años tan horrorosos para el sector con una pandemia que está dejando a muchos compañeros en el camino, poder tener al que para mí es el mejor repostero de Gran Canaria como es mi hermano Kibi Lugo, es muy ilusionante. Me alegra que te haya gustado la propuesta, pero hubiera sido imposible sin mi brazo derecho en cocina, Kevin que, siendo segundo conmigo en el grupo Maroa, lo tenía todo para quedarse allí liderando esas cocinas pero lo tuvo claro desde el primer momento y quiso venirse aquí. Sin ellos y el resto del equipo, yo no soy nada ni nadie”.

Para terminar, una frase que Victor repite a todas las mesas y que me llamó la atención: “Más que preguntarles si les gustó, permítanme preguntarles por lo más importante para nosotros, ¿volverían?”. Mi respuesta ante esa pregunta está clara, SÍ ROTUNDO, y les invito a que ustedes lo hagan también: no duden en acercarse a Casa Romántica de jueves a domingo. Y llamen antes para reservar, teniendo algo muy claro, que aquí no se viene a degustar una comida majestuosa, aquí se viene a algo muchísimo más importante que eso, se viene a disfrutar y vivir un momento donde la felicidad se impregna en la piel. 48 horas después de ir, mientras escribo estas líneas de madrugada, ya estoy pensando en cuándo volver.

Para reservar el teléfono es el 628.922.588 y los días de apertura son de jueves a domingo. Si les apetece, pueden seguirnos en Facebook, Twitter e Instagram bajo los nick de @porfogones y @javiersuarezgastro.

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